Iba yo tranquilo a clase, presagiando un día de gran aprendizaje
para mi futuro. Llego a clase y me siento de lo más feliz en mi carpeta de
siempre esperando que ya comience la clase. Y comenzó la clase como todas las
clases, nada fuera de lo común. Hasta que tocaron la puerta del salón. Pensé
que sería uno más de los alumnos que llegan tarde pero NO, ese pata tenía mi
misma casaca. Uno piensa al comprar una prenda de vestir que será el único en
tenerla pero no es así, hay unas 50 mil más en el mundo y una de esas 50 mil
estaba a dos carpetas de mi sitio (el muy sinvergüenza se sentó cerca de mi
sitio). Según yo, muy caletamente me saqué la casaca y fingí no haberlo notado.
Aunque me moría de frío y estaba a punto de una pulmonía severa, resistí como
buen macho y me evité el roche; hasta que siempre hay el amigo inoportuno que
pregunta ¿no tienes frío? Y yo temblando, con los labios morados y voz
resquebrajada dije: “No nada, al contrario tengo calor”. Parecía que los
minutos no pasaban y me ponía a pensar, antes que me ponga esta bendita casaca no había ni un brother con
ella en todo el Perú pero parece que esperen que me al compre para que
aparezcan 50 iguales y todas cerca de mí. Y cuanto más lento pasaba el tiempo,
más sonseras pensaba: “La próxima le digo al brother para comprar dos por uno,
total nos ahorramos un poco”. Cuando el profesor dijo que ya se podía retirar,
salí más apurado que mi amigo que quería ir al baño, y me fui a tomar mi micro.
Ya muy aliviado en el micro me puse la casaca antes de convulsionar de frío, me
reí de mi propio roche y me puse a ver
por la ventana. Volteó y veo a un chico con mi casaca vendiendo panes en la
av.Larco y pensé “HOY SI QUE ES MI DIA DE SUERTE o TODOS COMPRAMOS EN EL MISMO
LUGAR”.
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