El destino de viaje era Piura, una de las mejores ciudades del Perú. La emoción no podía ser mayor ya que era un viaje completamente SIN PADRES. Todos animados sólo esperando la hora de abordar el bus. El tiempo pasaba lento y nadie ya podía esperar. Y por fin llegó el tan ansiado bus y todos atinaron a subir. Éramos cinco así que uno tendría que viajar junto a un extraño: así que amablemente y sonriendo me ofrecí a viajar con quien quiera que sea el otro pasajero. Todo era risa en el bus hasta que llegó MI COMPAÑERO DE ASIENTO. Todos enmudecieron y sólo podían aguantarse la risa. Mi querido compañero de viaje era más asesino que Jason en viernes 13. Tenía un tajo en la cara y una mirada de pitbull sin comer 30 días. Con un miedo enorme dejé que pasé a su asiento y me acomodé estratégicamente para correr en caso de una tragedia. Pero para mi suerte mi “BF” se durmió rápidamente, así más tranquilo seguí animado por mi viaje. Pero un rato después mis queridos amigos con los que viajaba se burlaban de mí por mi acompañante. Yo sólo rogaba que no se despertara mi compañero de viaje por las risas y las mofas de mis amigos. Pero una de mis amiguitas con las que viajaba se le ocurrió la brillante idea de tomarle fotos a mi compañero de viaje; y como es muy agradable sentir el flash en tus ojos cuando duermes, era lógico que se molestara. Yo pedía y pedía que no sigan con las fotos hasta que llegó el punto que mi “amiguito de viaje” me tiró un codazo como diciendo “Una más y MUERES”. Sólo me hice el loco y el dormido. Gracias a Dios sobreviví ese viaje.
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