
-Yo también quiero llamar a mi casa, compartimos mi moneda porque sólo tengo un solo y ninguno tiene sencillo.
Yo como buen tacaño acepté total ERA GRATIS; así que buscamos un teléfono público y el único que vimos era el que se encontraba en una pequeña librería a punto de cerrar. Mi amiga llama y escuchamos una voz proveniente de la librería que :
-¡Apúrense que estamos cerrando!
Ignoramos esa voz y seguimos ahí. Luego cuando me tocaba llamar a mí, salió una señora bajita y con una tremenda cara de poto y encima con la piel toda arrugada. Me miró con un sentimiento entre odio y asco y dijo:
-¡Les dije que se apuren, ya no llamen ya!
Por la necesidad de avisar que no llegaría esa noche a mi casa ignoré las palabras de la señora y marqué el número de mi casa. Estoy tranquilo llamando cuando inexplicablemente la señora se llevó el teléfono. NO sé ni cómo movió la madera en que estaba el teléfono y de una manera muy rara se llevó su teléfono con todo y mi oreja colgado del auricular. Parecía una de esas vendedoras de mercado tratando de defenderse de un embargo. Me resigné, solté el auricular del teléfono y pensé ¿POR QUÉ ME PASAN ESTAS COSAS SÓLO A MI?
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