Siempre cuando armamos horarios de la universidad pensamos
primero en dormir más, estar con nuestros amigos, y en ver los profes más
tranquilos y con mejor enseñanza (FÁCILES). Pensamos que ese es el mejor
horario posible dentro de nuestras opciones; así que salimos felices y
contentos de matricularnos esperando con alegría nuestro primer día de clase.
Pero no nos damos cuenta que no olvidamos de varios factores como a que hora
almorzamos, cuantos gastaremos en pasajes y A QUE HORA TOMAREMOS EL BUS. Este
último factor parece irrelevante y hasta tonto pero no hay nada peor que ir en
el bus LLENO DE ESCOLARES SUDOROSOS. Estás tú allí sentado en el bus, con tus audífonos
en la oreja y todo tranquilo cuando el bus de repente para, ves que es la 1 de
la tarde y sin que tengas tiempo de reaccionar entran rápidamente muchos
escolares apestando a sudor puro. Y para el colmo ninguno consigue asiento; así
que todos van parados, con los brazos levantados y volteas e inexplicablemente
las ventanas del micro están cerradas y malogradas de tal forma que no se
pueden abrir. Lo peor es que el cobrador cree que el pequeña custer es un bus
interprovincial y mete como 30 escolares como sardinas allí. En ese momento
dentro de tu mareo por el hedor se te ocurren ideas de solución a este serio
problema social que nos afecta a todos. Piensas: ¿Qué tal si creo una campaña
social y voy a los colegios? Podría dar charlas tituladas UN AMIGO LLAMADO
DESODORANTE o podría crear una línea de bus sin techo como para que no sea
necesario que las malditas ventanas se abran para no ahogarme con esta peste.
Pero en fin, llegó el momento tan deseado en esos 10 minutos de horror, llegó
la hora de bajar del bus. Bajas del bus y estás muy agradecido por haber
sobrevivido una día más ese vía tortuoso.
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