Cada vez cuando leemos un libro o un buen artículo uno se
impresiona del amplio vocabulario del autor y de lo bonito o impresionante que
suena las ideas elucidadas. Muchas personas como yo admiran ese uso de lenguaje
y ese léxico amplio que dominan esas personas de cultura elevada y nosotros tratamos de aplicarlo a nuestra
vida diaria porque como diría mi abuelita: “Todo bien dicho suena más bonito”.
Por ejemplo muchos dicen que yo hablo muchas tonterías pero yo diría que tengo
facilidad de palabra y de formular ideas poco productivas; ni tampoco soy vago
ni ocioso sino que tengo la habilidad de reflexionar constantemente y liberar
mi mente de tal forma de que pierdo el conocimiento por un par de horitas.
Otros ejemplos es que yo no diría que ese pata que lleva por tercera después de
otras cinco retiradas de curso “taller de creatividad” sea burro sino que sólo
tiene la mente siempre en blanco y un aprendizaje demasiado lento; ni tampoco
la chica que usa mini falda y top en pleno invierno es movidita o regalona sino
es muy sociable y prestativa con los hombres sin discriminar ninguno (chino,
negro, chato, gordo, etc.) ya que tiene un gran corazón. Pero ese uso de
lenguaje amplio y complicado no siempre es bien aplicado. Los que abusan de
este tipo de lenguaje son los doctores. Por ejemplo:
-Doctor dígame por favor sin rodeos que es lo que tengo.
-Hijo, tienes una cefalea aguda producto de una anomalía en
tracto respiratorio que te llevaría a sentir otros síntomas durante el lapso de
las próxima 72 horas.
-Ohhhh NOOOOOOOOOOOOOOOOO! MORIREEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEÉ!
-Este tranquilo sólo te dije que tienes un fuerte dolor de
cabeza porque estás con un poco de resfrío y que tendrías algunos síntomas
durante los próximos 3 días.
Pero sea para bien o mal para tener ese léxico amplio
debemos leer mucho y no sólo las caricaturas del periódico “El Chino”.